domingo, noviembre 11, 2007

DON DELILLO

EL MOTEL





El silencio nunca es completo, ¿verdad? La electricidad estática de la habitación. Los matices y murmullos inherentes. Y la mujer en la cama. Su respiración acompasada. Él no sabe con total certeza si está dormida. La verdad es que nunca la ha visto dormir. Sospecha que tiene el sueño ligero. Hay algo en ella, un aspecto más de su determinación de sacar adelante sus planes, de hacerse utilizar, que hace pensar en una fuerte resistencia a la exuberancia que entraña el sueño profundo. A él le resulta difícil imaginarla en el trance de alcanzar las honduras del sueño, esa culminación de sangre caliente, de adormecimiento final, el punto en el que el sueño pasa a ser la pulsión vital del subconsciente, como la marea, un estado más allá de los sueños propiamente dichos. Ver a una mujer en esa fase del sueño, palpitante, obviamente en contacto directo con los misterios, nunca dejará de preocuparle un poco. En tales situaciones parece encarnarse una modalidad de la totalidad, una inmanencia, una verdad unitaria, a la altura de todo lo cual no están sus sentimientos.
Está descalzo y se ha quitado la camisa, que reposa sobre el respaldo de una silla. Lleva los pantalones con el cinturón desabrochado. La habitación está a oscuras. Se pregunta por la tendencia, tan propia de los moteles, de volver las cosas hacia el interior. Son una invención peculiar, poderosamente abstracta. Parecen ser la idea de algo, estar aún a la espera de hallar plena expresión en una forma concreta. Le entran ganas de preguntar si no hay algo más. ¿Qué hay detrás? Ha de ser el viajero, el automovilista, el que se detiene, quien da cuerpo a ese concepto. Una interioridad en espiral, cada vez más profunda. Racionalidad, análisis, comprensión de uno mismo. Dedica un instante a imaginar que este inmenso sistema de habitaciones casi idénticas, repartido por el mundo entero, se ha creado así para que las personas dispongan de un lugar donde asustarse con cierta regularidad. Las cáscaras de nuestras variadas búsquedas. Algún lugar donde asumir nuestros temores. Suelta una ^risa corta, un resoplido nasal.
Sonará el teléfono y se le indicará que vaya a un determinado lugar. Se le darán instrucciones detalladas. El número es conocido. Ya se ha comunicado antes. Se han dado ciertas garantías. Sólo es cuestión de tiempo. Volverá a impacientarse, desde luego. Tomará la resolución de irse. Pero esta vez sonará el teléfono y la misma voz de antes le dará instrucciones de naturaleza más detallada.
Emite el sonido «m», lo prolonga, le añade un asomo de vibrato al final. Vuelve a reírse. Raya el alba al parecer, mero atisbo, tal vez pura imaginación. No le apetece en especial que se haga de día. Emite el mismo sonido sin mover los labios, sin expresión.

Lo vemos de pie junto a la cama. La mujer le ha hecho tres visitas a lo largo de los dos días pasados desde que ocupa la habitación. Ahora está tumbada boca abajo, con un brazo sobre la almohada, el otro al costado. Aunque él siempre ha conocido cuáles son los límites de la mujer, los arenales invariables de su ser, se pregunta si su propia existencia es acaso más íntegra que la de ella. Quizás eso equivalga en cierto modo a una apreciación. Que el entrelazamiento de los cuerpos deba arrojar una medida de estima le sorprende, se le antoja pura incongruencia en este caso. Se fija en la palidez de la mujer. Un brillo aterciopelado a lo largo de la base de la columna vertebral. Ella sabe cosas. No está insensibilizada hasta la médula. Por ejemplo, ella sabe cómo es el alma de él.
(En ese momento, con su juguete de plástico blanco puesto, ese momento anómalo, sardónico, que a punto está de frisar en la crueldad, un opúsculo de brutal revelación, ella le hace saber que era un instrumento, que ella misma era el juguete, mera apariencia. Vibr-ad-or. Dicho como soñoliento murmullo infantil. Sólo se rozaron en calidad de colaboradores, de soñadores en un mar de satisfacción incolora.)
La complicidad de ella posibilita que él se quede. Le mira las concavidades de las nalgas. La oscura hendidura. El anillo de carne allí enterrado. Lo vemos caminar hasta la mesa, donde toma el mapa que lleva adjunto un callejero. Se lo lleva a la silla, en la cual se estira.
La idea consiste en organizar esa vacuidad. En el índice del callejero ve Briarfield, Hillsview, Woodhaven, Oíd Mili, Riverhead, Manor Road, Shady Oaks, Lake-side, Highbrook, Sunnydale, Grove Park, Knollwood, Glencrest, Seacliff y Greenvale. Todos estos nombres le resultan un maravilloso descanso, sin asomo de tensión. Son una letanía litúrgica, un conjunto de consolaciones morales. Un universo estructurado sobre tales coordenadas tendría el mérito de la sustancia y la familiaridad. Se nota algo mareado, parpadea deprisa, deja que el mapa se deslice hasta el suelo.
Al cabo de un rato se quita los pantalones. Con cuidado de no molestar a la mujer, con la cual no está ahora preparado para intercambiar ni palabras ni miradas, se acomoda en la cama. Apoya toda la región superior del cuerpo sobre un codo y se reclina de costado, de cara al teléfono. El instinto le dice que no tardará en sonar. Decide organizarse la espera. Eso le ayudará a poner las cosas en orden sistemático, o al menos le prestará la ilusión de un orden sistemático. Para eso, lo mejor son los números. Decide contar hasta cien. Si no suena el teléfono cuando llegue a cien, su instinto le habrá engañado, el orden se habrá resquebrajado, su espera quedará abierta a magnitudes de un espacio gris. Recogerá r sus cosas, se irá. Cien es el margen máximo de su consentimiento pasivo.
Cuando nada sucede, reduce la cuenta a cincuenta. Cuando llegue a cincuenta se levantará, se vestirá, recogerá sus cosas y se irá. Cuenta hasta cincuenta. Cuando nada sucede, reduce la cuenta a veinticinco.
Un destello de luz al borde de la ventana. Minutos, centímetros después, la luz del sol inunda la habitación. El aire condensa las partículas. Las motas se iluminan, una serie de tormentas de energía. El ángulo de incidencia de la luz es directo, es severo, lo que da a las personas que hay en la cama, a nuestros ojos, aspecto de hallarse dentro de un marco especial, una forma intrínseca que es perceptible, al margen de la aglutinación animal de las propiedades y funciones puramente físicas. Es de agradecer, nos absuelve de nuestro secreto conocimiento. Toda la habitación, el motel entero se rinde a ese instante de ablución lumínica. Los espacios y lo que contengan ya no son explicación, ya no significan, ya no sirven de ejemplo, ya no representan nada.
La figura reclinada sobre el codo, por ejemplo, es apenas reconocible como un varón. Despojándose de su capacidad y de sus rasgos a toda velocidad, aún se le podría describir (pero ha de ser muy deprisa) como un ser bien formado, sensible, bello. Nada más sabemos de él.

sábado, septiembre 22, 2007

Pump up the volume



A finales de los 80' y a principios de los 90' las películas sobre adolescentes no salían de los melodramas tipo changes are y de las comedias eróticas tipo Porky's. Pump up the volume es un caso aparte pues examina a los adolescentes promedio de las secundarias americanas de una manera realista enfocada hacía el ennui, el asilamiento y la impotencia; aspectos oscuros de la psiquis juvenil. Mark Hunter es el chico nuevo, callado y triste, de un pequeño pueblo de Arizona que se describe a sí mismo de esta manera:

"I could be that anonymous nerd sitting across from you in chem lab, staring at you so hard. Then when you turn around he tries to smile, but the smile just comes out all wrong. You just think, How pathetic. Then he just looks away, and never looks back at you again."

Sin embargo, todos los días a las 10 de la noche se convierte en Happy Hard Harry, un cínico DJ de una estación de radio pirata. Su programa que puede durar entre 5 minutos o 5 horas, se dedica presentar música anti-mainstream y a despotricar del sistema educativo americano. Pronto se convierte en una leyenda urbana y su influencia preocupa a la moral de su comunidad, sobre todo por sus lapidarias frases que desencadenan comportamientos subersivos en los jóvenes y un suicidio al aire:


"They say I'm disturbed. Well, of course I'm disturbed. I mean, we're all disturbed. And if we're not, why not? Doesn't this blend of blindness and blandness want to make you do something crazy? Then why not do something crazy? It makes a helluva lot more sense than blowing your… brains out"

o

"They think you're moody, make 'em think you're crazy. Make 'em think you might snap. They say you got attitude, you show 'em some real attitude."

Independiente del develamiento de todo un dispositivo de control que opera desde el interior de las familias y que se extiende a las instituciones de enseñanza, a través de la figura del Dj sátiro se trata todo tópico literario como lo es el free speech. Trás este aspecto se encuentra la víndicación de la figura de Larry Bruce, cuya autobiografía se ve reiterativamente en las manos del protagonista.



Lenny Bruce, es el padre del stand up comedy en los 50'. Se le reconoce porque superó el viejo concepto del cuentachistes y creó al observador mordaz e inteligente, capaz de lidiar con cualquier tema por incómodo que éste fuese para el poder como: el aborto, el Ku-Klux-Klan, el patriotismo, la discriminación racial, las drogas... Pese a la persecusión de la que fue objeto, Lenny como el protagonista de Pump up the volume se convirtío en una leyenda underground. La autobiografía de Lenny, How to talk dirty and influence people (parodía del libro de autosuperación de Dale Carnegie: How to win friends and influence people) narra sus avatares yendo contra la corriente americana. Infortunadamente el fin de Larry Bruce es trágico en 1966 a los 40 años, trás una exitosa carrera como comediante fue encontrado muerto es su apartamento víctima de una sobredosis de mórfina. Al año siguiente su imagen figuró en la portada del Sargent Peppers de los Beatles y Bob Dylan le compuso una canción biográfica:

Lenny Bruce is dead but his ghost lives on and on
Never did get any Golden Globe award, never made it to Synanon.
He was an outlaw, that's for sure,
More of an outlaw than you ever were.
Lenny Bruce is gone but his spirit's livin' on and on.

Maybe he had some problems, maybe some things that he couldn't work out
But he sure was funny and he sure told the truth and he knew what he was talkin'
about. Never robbed any churches nor cut off any babies' heads,
He just took the folks in high places and he shined a light in their beds.
He's on some other shore, he didn't wanna live anymore.

Lenny Bruce is dead but he didn't commit any crime
He just had the insight to rip off the lid before its time.
I rode with him in a taxi once, only for a mile and a half,
Seemed like it took a couple of months.
Lenny Bruce moved on and like the ones that killed him, gone.

They said that he was sick 'cause he didn't play by the rules
He just showed the wise men of his day to be nothing more than fools.
They stamped him and they labeled him like they do with pants and shirts,
He fought a war on a battlefield where every victory hurts.
Lenny Bruce was bad, he was the brother that you never had.

Este es uno de los célebres monólogos de Lenny que inspiraron Pump Up the volume

To is a preposition.
To is a preposition.
Come is a verb.
To is a preposition.
Come is a verb.
To is a preposition.
Come is a verb, the verb intransitive.
To come.
To come.
I've heard these two words my whole adult life, and as a kid when I thought I was sleeping.
To come.
To come.
It's been like a big drum solo.
Did you come?
Did you come?
Good.
Did you come good?
Did you come good?
Did you come good?
Did you come good?
Did you come good?
Did you come good?
Did you come good?
I come better with you, sweetheart, than with anybody in the whole goddamn world.
I really came so good and I came so good 'cause I love you.
I really came so good.
I come better with you, sweetheart, than anyone in the whole world.
I really came so good.
So good.
But don't come in me.
Don’t come in me.
Don’t come in me
Don't come in me, me, me, me, me, me, me, me.
Don’t come in me, me, me, me, me, me, me, me.
Don't come in me.
Don't come…. in me…in me in me.
Don’t come in me, in me….in me.
I can't come.
'Cause you don't love me--that's why you can't come.
I can't come.
I love you, I just can't come; that's my hang-up.
I can't come when I'm loaded, all right?
'Cause you don't love me.
Just what the hell is the matter with you-what has that got to do with loving? I just can't come that's all.
Now if anyone is this room or the world finds those two words decadent, obscene, immoral, amoral, asexual-- the words "to come" really make you feel uncomfortable--if you think I'm rank for saying it to you, you the beholder think it's rank for listening to it, you probably can't come. And then you're of no use, because that's the purpose of life, to re-create it.

Se podría afirmar lo que garantiza el orden social y del mundo es el lenguaje, la inversión del lenguaje altera el orden. Lo que no se puede nombrar, lo indecible, al hacerse lenguaje abre espacios de creación, de nuevas formas de expresión. Detrás de la decencia, del pudor, de las buenas maneras, del delimitamiento de lo políticamente correcto y lo incorrecto, se enmascara el miedo al cambio. Las formas del free speech hieren las buenas maneras, por eso resultan tan perturbadoras y provocativas. La razón de ser de la censura es mantener en silencio lo que convive con lo decible y es potencia de cambio. Desde el free speech se afirman las contradicciones y se abre el espacio de la creación de nuevos ordenes, de nuevas realidades. Para esto el free speech debe superar su propia ironía....

domingo, septiembre 02, 2007

Alguien puso bombas y rompió los maniquís de Chapinero



Hora Local apareció en la segunda mitad de la década de los 80. En pleno auge del "rock en español", en el 89, año del concierto de conciertos en el Campín. El mes pasado se relanzó en Cd su único trabajo, acompañado de material adicional: el sencillo El Rock no te necesita y su lado B Matanza en el bar más dos canciones inéditas. Viene acompañado de un cd tributo con la participación de grupos nacionales como Nawal, Aterciopelados, Odio a Botero, Pornomotora, Morfonia y Carlos Vives.

El sonido de Hora Local sorprende a pesar del paso del tiempo, pues a pesar de su color local mantiene una línea que evoca el sónido de Manchester de finales de los setenta o al sonido punk de el Sandinista de The Clash. En track la chica de Chernobyl resuena la atmósfera de Joy División, la letra habla de los efectos de una nube radiactiva que va desde Kiev hasta Choaci. Londres es un tema apocalíptico sobre una banda que reinventa el rock desde las ruinas de un edificio destruido por una catastrofe nuclear. Recuerda al David Bowie en Diamond Dogs. Del disco tributo resalta la versión que del tema hace Carlos Vives, mostrando su faceta más rockera. Los tributarios de Hora Local mantienen el estilo post-punk de la banda dándole unidad y coherencia a la producción en general.

miércoles, agosto 29, 2007

SEXUALIDAD Y CULTURA



1. Erotismo y función reproductiva

No es extraño encontrarse aún en nuestros días con aquella creencia propia de las sociedades emergentes que buscan consolidarse, de que el fin de la actividad sexual humana es la reproducción. Detrás de dicha creencia está la necesidad social de instaurar unas prácticas sexuales económicamente útiles, es decir, encaminadas a aumentar la población, a reproducir la fuerza de trabajo, a mantener la forma de las relaciones sociales.

Si bien es cierto, que la sexualidad cumple la función de perpetuar la especie, hay toda una dimensión del comportamiento humano que se expresa en las prácticas sexuales no reproductivas. Ésta dimensión se conoce con el nombre de erotismo. Por erotismo entendemos todo tipo de prácticas sexuales encaminadas hacía una búsqueda psicológica independiente del fin natural dado en la reproducción.

El erotismo es una búsqueda psicológica en la medida en que su práctica permite a determinado individuo proyectar su propia individualidad hacía el exterior y reconocerse en otro, en un objeto de deseo. Dicha proyección lleva al conocimiento de sí a partir de la experiencia en el límite de los sentidos. En el deseo sexual se proyecta todo aquello que circunscribe nuestra identidad como sujetos, por ello se dice que en el deseo sexual proyectamos lo que se escapa a nuestro principio de realidad. A través de la sexualidad es posible acceder a otras realidades, en la medida en que en el acto sexual se accede a otro nivel de conciencia.

Sin embargo, teniendo en cuenta las prescripciones que limitan el ejercicio de la sexualidad, lo que se proyecta a través del deseo rara vez es la expresión de un más allá de la propia identidad, sino la expresión de una prohibición, esto es, la culpa. Es por esto que censurar el erotismo, poner en tela de juicio su práctica en razón de una utilidad, lleva a que la búsqueda de sí mismo a través de la sexualidad se realice desde el ámbito de lo prohibido. Desde está perspectiva se explica que el ejercicio libre de la sexualidad este enmarcado por la sensación de estar realizando un acto ilícito, es decir, por la culpa. En este sentido se dice que en nuestra cultura, el erotismo se opone al ejercicio de la religión, en nuestro caso, a las prácticas cristianas. El erotismo se encuentra entonces con la imposibilidad de ser una forma de conocimiento de sí y del otro, pues dentro de la prohibición cobra más valor la búsqueda del placer que la búsqueda de la verdad.

El erotismo nos acerca a la verdad en la medida en que en el acto sexual nos hacemos uno con el otro, por un momento somos yo y el otro la totalidad. En las prácticas religiosas cristianas sucede lo mismo por medio del sacrificio, de la comunión; por medio de los estados de éxtasis místico, el fiel se hace uno con Dios. Sin embargo, en el cristianismo se llega a estos estados a fuerza de negar la carne, o lo que es lo mismo el cuerpo. No obstante, es bien sabido que el erotismo y lo sagrado no han estado separados siempre, muchas religiones han adoptado prácticas sexuales con el fin de alcanzar el estado divino. Tanto en la experiencia de lo divino como en la experiencia sexual se alcanza el éxtasis, es decir, se es uno con el todo. El mundo cristiano relegó la unión de lo sexual y lo divino al ámbito de lo pagano.

No es coincidencia que las sociedades modernas hayan adoptado la concepción cristiana de la sexualidad para afianzarse en una unidad cultural. Los ideales cristianos de castidad, “el sexto y noveno mandamiento”, son compatibles con el proyecto moderno de una sociedad homogénea y productiva.Hay que tener en cuenta que antes de la prohibición del cristianismo sobre las prácticas eróticas, el límite de la actividad sexual en principio fue el tiempo del trabajo, pues se ha creído que la actividad sexual impide el desarrollo idóneo de determinadas labores.


2. Erotismo, totalidad y fragmentación

Al conferirle a la sexualidad únicamente una función reproductiva se cierra la posibilidad de entrar a la dimensión de conocimiento que tiene el erotismo en la vida humana. El acto sexual nos hace experimentar los límites de nuestra existencia. Esto es así porque, si bien para la sexualidad con fines reproductivos no es fundamental la idea del erotismo; para el erotismo es fundamental la idea de la reproducción en el acto sexual pues es allí donde se hace manifiesto la totalidad y la fragmentación de la vida. Volvamos sobre esta idea:

Se dice que los seres humanos somos discontinuos o fragmentados por las diferencias que hay entre un ser y otro, esto tiene su razón de ser en la vida ctidiana, pero lo que nos hace fragmentados en sencia es que solos enfrentamos dos acontecimientos primordiales: el nacimiento y la muerte. Estos acontecimientos pueden tener interés para los demás pero sólo tiene un interés esencial para quien los vive. Claro está que aunque somos discontinuos, estamos fragmentados, por medio del acto sexual accedemos a la continuidad. Accedemos a la continuidad o totalidad en el erotismo al experimentar el límite de nuestro cuerpo frente al cuerpo del otro. En la comunicación sexual experimentamos al otro más allá de las palabras y los gestos. En el acto sexual el individuo escapa de la individuación, siente que retorna, que vuelve a ser uno con el todo. El acto sexual es, entonces, un movimiento de lo discontinuo a lo continuo. El movimiento de un ser fragmentado movido por la nostalgia de la continuidad perdida, el movimiento de un ser en busca la totalidad. La totalidad es aquí es entendida como aquello que nos vincula al ser de manera general.

En conclusión se puede decir que la búsqueda de la totalidad a través del erotismo no deja de ser una forma violenta de buscarla, sobre todo si las prácticas sexuales están enmarcadas en el ámbito de la prohibición. En nuestra cultura, la religión cristiana, es uno de los principales reguladores de la actividad sexual no reproductiva. Muchas de nuestras creencias respecto a la sexualidad se apoyan en prejuicios religiosos (el celibato, la monogamia, la censura a las prácticas no heterosexuales, la prohibición de métodos anticonceptivos). En el ámbito de la prohibición el erotismo se hace profano. En este sentido el cristianismo se opone al erotismo. El erotismo no es sagrado para la religión cristiana, pues sólo lo divino es la esencia de la continuidad, por ello relega la sexualidad a la función reproductiva.

En el acto sexual que involucra el erotismo los humanos toman conciencia de sus límites. El erotismo pone al individuo al límite, lo hace conciente de su finitud. En el acto sexual los cuerpos fragmentados entran en la totalidad, pues hay un paso de lo continuo a lo discontinuo en el acto sexual. Desde esta perspectiva se puede decir que el acto sexual, en el humano, tiene como punto de partida una búsqueda psicológica independiente del el fin natural dado en la reproducción, ya que en lo que sucede en el acto sexual es que el individuo toma conciencia de sus límites y desea rebasarlos para hacerse uno con la totalidad.

3. Erotismo y religión


En esencia el erotismo y la religión no se oponen. Es la prohibición fundamentada en los intereses socioeconómicos de una clase social emergente lo que hace que el erotismo y lo sagrado se opongan. Para muchas religiones la sexualidad constituye la piedra angular para vincular lo humano y lo divino, por ejemplo para los hindúes el sexo tántrico, la orgía y el kundalini más que una forma de obtener placer, son prácticas para integrar los sentidos a la experiencia de la totalidad.
La cultura que nos circunda es ajena a estas experiencias ya que la ética del trabajo y la religión se apoyan en la castidad entendida como el respeto al cuerpo propio y al de los demás conforme a la voluntad de Dios. En la religión cristiana la castidad equivale a la razón, al sometimiento de las palabras, pensamientos y deseos conforme a la voluntad divina. Dios ha entregado a los cristianos dos preceptos para lograr este fín: “no cometerás actos impuros” y “no consentirás pensamientos y deseos impuros”, el sexto y noveno mandamiento respectivamente. Lo que buscan estos mandamientos es el dominio racional de la sexualidad.
Desde la perspectiva planteada, que vincula el erotismo y lo sagrado, el dominio racional de la sexualidad no es otra cosa que la negación del erotismo y el posicionamiento de la sexualidad en un acto utilitario. La razón de ser del cristianismo es utilitaria en la medida en que su única misión es la transmisión de la vida conforme al plan de Dios. El matrimonio constituye en está lógica el lugar lícito para la realización de las prácticas sexuales con el único fin de la transmisión de la vida humana.
La castidad y la pureza son entonces las virtudes que regulan la sexualidad. La pureza expresa la renuncia total al uso de la sexualidad y la castidad expresa la renuncia a todo uso ilícito de la misma. Lo que buscan estas virtudes es la sumisión de la pasión sexual a la razón humana. Este tipo de sumisión abre un campo donde la prohibición y la negación del erotismo fragmentan al individuo de la vida y de la experiencia de la totalidad.

3. Perspectiva de género




A la mirada de la sexualidad con fines reproductivos, hombres y mujeres cumplen con los roles establecidos dentro de la lógica utilitaria. La familia constituye aquí el escenario en el cual se desarrolla cada individuo, hombre y mujer dentro de su rol. Dentro de la lógica de estos roles, recae sobre la familia la perpetuación de la especie, donde la mujer cumple las labores de crianza y el padre las de proveedor. El desarrollo de la familia marca el curso del desarrollo de la humanidad, pues al interior de la familia se reproducen las prácticas racionales que mantienen a un determinado grupo social como modelo a seguir e instaurar dentro de toda la especie. Cabe decir que las prácticas tanto sociales y económicas que no correspondan a este modelo son excluidas y proscritas tanto por la moral como por las formas jurídicas. Así, la censura pesa sobre toda práctica sexual que sea inútil dentro de la lógica mencionada.
Esta perspectiva que determina al hombre y a la mujer en un rol determinado reprime la libido (energía sexual) del individuo produciendo lo que Freud llamó el malestar en la cultura. Dentro de la lógica utilitaria el hombre reprime la energía sexual femenina y la mujer la masculina. Esta represión conduce a la inarmonía o asimetría en la relaciones entre los sexos. Frente a este problema se han pronunciado pensadores como Jung quien identifica, tras el rostro que el individuo muestra al mundo, sea masculino o femenino, una cara interior de naturaleza opuesta. Jung ha llamado ha esta cara opuesta al rostro que se muestra al mundo ánima cuando expresa el lado femenino de la psiquis del varón; y ánimus a la parte masculina de la psiquis femenina. Esta cara interior se ha desarrollado a causa de la interacción de los sexos durante generaciones y ha servido para facilitar la comprensión del sexo opuesto. Según Jung el ánima y el ánimus es una de las principales causas de la atracción apasionada o del rechazo exaltado.
La cultura occidental tiene vastos antecedentes en relación a menospreciar lo femenino en los hombres y los aspectos masculinos en la mujer. Ya desde la infancia se acostumbra a burlar y cohibir con los apodos de “mariquitas” y “marimachos” a los niños y niñas que exteriorizan características del sexo opuesto. Esto suele conducir a que el rostro exterior adquiera prioridad y se reprima al ánima o al ánimus. Dice Jung que este desequilibrio ocasiona la rebelión de la cara interior que impulsa a comportamientos tanto misóginos (odio a la mujer) como androfóbicos (odio al hombre).
Es importante aclarar que la relación del hombre con el ánima no es una relación de analogía o de semejanza del hombre con la mujer. Tampoco la relación de la mujer con el ánimus tiene este carácter. La relación del hombre o la mujer con la otra cara de su sexo es un devenir-hombre o devenir-mujer. El devenir es un proceso en el que se produce la mujer en el hombre y viceversa. Dicha producción es posible en la medida en que molecularmente la mujer contiene al hombre y el hombre a la mujer. Esta fórmula rompe con la división dual masculino-femenino, en la cual la diferenciación de sexos es producto de la imposición de roles. Desde el proceso de los devenires, realizar una acción específicamente femenina por parte de la mujer implica un devenir-mujer, es decir, producir átomos de feminidad capaces de impregnar un campo social y de contaminar a los hombres, de atraparlos en ese devenir. Este proceso vale lo mismo para el hombre.

martes, agosto 14, 2007

24 HOURS PARTY PEOPLE



A la memoria de Tony Wilson. Reproduzco un extracto artículo que escribí para un Fanzine Pirata en el 2002 luego de ver la película de Michael Winter Botton.

El director narra el auge y la caída del movimiento post-punk de los años 70 en Manchester por medio de un documental-argumental que indaga en la vida de Tony Wilson, fundador de la disquera Factory records. Factory Records promovió en Manchester a grupos como The Smiths, Joy división, Buzzcocks, Happy Mondays, entre otros.

El movimiento de Manchester se origina en 1976, con la presentación de los Sex Pistols ante 40 personas, entre ellas Morrisey, Ian Curtis y el pelirojo de Simply Red. Los pistols les dejan la lección de que para formar una banda de rock sólo se necesita actitud y algo que decir. Los Pistols tocan a estos jóvenes músicos que no se animan a salir a tocar porque se sienten opacados por las superbandas londinenses, por los grandes espectáculos y la explosión del Glam. Tony Wilson es uno de los primeros que desprende de la pared sus posters de David Bowie, Pink Floyd y los Rolling Stones para poner en su lugar las de sus amigos punk.

Wilson le da espacio a las nuevas bandas en un pequeño espacio de TV local y en su club inspirado en Andy Wharhol, The factory. Allí debuta el convulsionado Ian Curtis con su bada Joy Division. Joy división toma su nombre de un burdel nazi de prostitutas arias de la segunda guerra, recreado en la novela "la casa de las muñecas" de Ibsen. Como es bien sabido Curtis se suicida dejando tras de sí una estela post punk de donde surge el New Wave, es decir, Punk con sinetizadores. Wilson se encarga de llevar el sonido New Wave a las discotecas dando inicio a los Rave's party.

Los dj reemplazan a las bandas en Manchester, el dejo Punk se vuelve Glamour, moda y cocaina. Los narcotraficantes se incorporan a la escena. WIlson lanza a New Order paralelamente a los Happy Mondays. Blue Monday de los Order es un éxito, pero los clubes y los Happy Mondays llevan a Wilson a la quiebra. Posteriormente la movida de Manchester es absorvida por las grandes disqueras de Londres. Los indies ceden a las exigencias comerciales. El new wave sigue el camino de las super bandas de los 70 en los 80, el reflejo es el complaciente sonido tecno.

miércoles, julio 11, 2007

Pensamiento, cuerpo y conciencia. (Descartes y Bergson)


Para escapar del solipsismo y no renunciar de entrada al valor del conocimiento que no se comprueba sino por la experiencia, es decir, que se expresa en los sentidos y sólo se actualiza en ellos; resulta sugestivo empezar este texto afirmando con Bergson que la existencia de la cual estamos más seguros y que mejor conocemos es la propia. No obstante, tal afirmación no tiene un carácter racionalista, no remite al celebre cogito cartesiano (yo que dudo, yo pienso, yo soy, yo soy una cosa que piensa, entonces, pienso luego existo), aunque en cierta medida afirmar que la existencia de la cual estamos más seguros y más conocemos es la propia, es un punto de partida, un presupuesto para emprender cualquier tipo de excursión de conocimiento. Hay una seguridad análoga a la del cogito al reconocer que podemos conocernos mejor a nosotros mismos que a los objetos exteriores. Claro está que nuestro punto de partida no es un punto inmóvil de certeza que afirmaría la clásica oposición entre la mente y el cuerpo o el sujeto y el mundo. Por el contrario, en lugar de afirmar que pensar es sinónimo de existir se afirmara que existir sólo puede ser sinónimo de cambio.

El pensamiento para la filosofía clásica es más que un acto mental de tipo cognoscitivo- intelectual. El pensamiento se refiere a todo contenido mental, es decir, a todo lo que se encuentra en la mente. Pensar abarca todo lo que percibimos inmediatamente por nosotros mismos. Para la filosofía racionalista inaugurada por Descartes entender, querer, imaginar y sentir son la misma cosa que pensar. Sin embargo, contrario a lo que parece a simple vista, aquí la identificación del pensamiento con el sentir no proporciona una imagen dinámica del pensamiento. La existencia acá no es equivalente al cambio sino con lo que está libre de toda duda, es decir, con el pensamiento. El pensamiento tiene la particularidad de resistir a todo embate de la duda, para Descartes. No hay certeza en la existencia del mundo, ni en la existencia de otras mentes distintas a la propia en la duda cartesiana. Sólo hay certeza en aquello que viene acompañado de conciencia, pensar para Descartes es “ser conciente de”, por lo tanto el pensamiento es todo lo que viene acompañado por conciencia. La conciencia para Descartes es, como para la fenomenología del siglo XX, “conciencia de algo”. Al afirmar que pensar es sentir, el racionalismo, está diciendo que para que estén libres de toda duda, la emoción y el sentimiento deben ir acompañados de conciencia.

A partir de Descartes la conciencia se reduce al pensamiento y el pensamiento a la llamada conciencia. En otras palabras, el pensamiento y la conciencia son atributos exclusivos de la mente. Para Descartes como para la llamada filosofía de la mente que se práctica en nuestros días el cuerpo es objeto de duda, la premisa que lanza Descartes y que es adoptada por la ciencia moderna, el positivismo lógico y el racionalismo en general es que si podemos dudar de nuestro cuerpo y no de nuestra mente debemos concluir que no somos cuerpo sino mente.

A pesar de esta condena al cuerpo que pesa sobre la modernidad, el arte, la filosofía y la ciencia han revaluado éste racionalismo que determina el proyecto moderno. El arte, la filosofía y la ciencia han emprendido su crítica la racionalismo en moderno reaccionando a las contradicciones sociales del siglo XIX, escenario de las grandes revoluciones; además exigen revaluar el conocimiento racional a la luz de las grandes depresiones económicas, de las guerras mundiales, del holocausto nazi, de las expresiones perturbadoras del arte moderno, de la bomba atómica, de las consignas de la juventud al poder y del amor libre de los años sesenta, de la polarización del la tierra en dos ejes oriente-occidente, de la guerra fría; a la luz de los excesos del imperialismo norteamericano, de las dictaduras latinoamericanas, de la caída del muro, de la invención del tercer mundo, de la hambruna africana, de la invasión de Irak, etc.

Cuando se afirma, a la luz del fracaso del proyecto racionalista moderno, que la existencia de la cual estamos más seguros y que mejor conocemos es la propia, no se trata de una afirmación del tipo pienso, luego existo, no se trata de limitar la existencia a la medida de la mente, sino de ampliar la existencia propia a la medida del cambio. Nuestra existencia se reparte entre sensaciones, sentimientos y representaciones, ellas no son propiamente expresión de una conciencia, sino que son conciencia por sí mismas. El pensamiento no es la conciencia, ni la conciencia es la mente. La mente no sostiene al pensamiento, es el pensamiento quien sostiene a la mente. La conciencia es un término más amplio que el reconocimiento de un acto de pensamiento en la mente. La mente considera cada uno de nuestros estados internos como sí formaran un bloque. En la mente el cambio no es nada más que el paso de un estado a otro. Por el contrario la conciencia es todo cuanto sentimos, pensamos y queremos, es la zona entera que constituye nuestra existencia. Dicha zona, compuesta por nuestras representaciones y voliciones, no deja de modificarse en todo momento.

A la mente, entendida como conciencia de sí, se le debe hacer un llamado a la modestia, no debe tomársele como el centro y vector de la existencia sino como lo que es: el síntoma de una transformación más profunda y de la actividad de unas fuerzas que no tienen nada que ver con lo racional. La conciencia por el contrario, debe ser de nuestro total interés, pues es el lugar de transformación y de actividad de la fuerza, es la región del yo afectada por el mundo exterior. La conciencia no se define en sus relaciones consigo misma, sino en relación con el exterior, es decir, en términos freudianos, la conciencia se define en la relación de un yo con ello (no conciente). La conciencia es la formación de un cuerpo. El cuerpo es la conciencia y viceversa. Por este motivo afirmamos que todas las cosas son conciencia, no necesariamente conciencia de algo. La conciencia de sí es una ilusión de la mente. Como se define aquí la conciencia es un campo de fuerza, un medio disputado por una pluralidad de fuerzas. La oposición mente y cuerpo debe ser revaluada a la luz de la conciencia en cuanto cuerpo.

A partir de la noción de conciencia en cuanto cuerpo tenemos una nueva imagen del pensamiento. Aquí el pensamiento no se presenta como un simple contenido mental sino como expresión del movimiento de la conciencia. Desde esta perspectiva el pensamiento es conciencia y la conciencia es el pensamiento. La realidad no es independiente del pensamiento del cuerpo y de la conciencia. Al igual que la conciencia está constituida por fuerzas en tensión, el pensamiento y el cuerpo también están constituidos por fuerzas. El pensamiento, el cuerpo y la conciencia mantienen una relación de inmanencia.

La mente, memoria del pensamiento, por el contrario presenta una imagen sesgada de la conciencia. La memoria produce la ilusión de lo permanente. La memoria inserta el pasado en el presente presentándonos una imagen del tiempo. Al avanzar en la ruta del tiempo nuestra percepción se hace memoria. La percepción se fija más fácilmente en la memoria que en el cambio ininterrumpido. Es más cómodo fijarse en la seguridad de la memoria, en el espacio recorrido que en el cambio, es decir, es más soportable la reproducción del movimiento que el movimiento real. La conciencia, lo que la ciencia moderna ha llamado de este modo, es la percepción de los movimientos de la memoria. La percepción que se refugia en la memoria cierra los ojos a la incesante variación. El cambio, no puede ser negado, no obstante la percepción amparada en la conciencia de sí misma da cuenta del cambio obviando su continuidad, supone en el cambio, no la continuidad sino que un estado nuevo se yuxtapone a uno precedente.

La aparente continuidad de la vida psicológica radica en que fijamos nuestra atención en una serie de actos discontinuos donde no hay más que una suave pendiente, en palabras de Bergson. La discontinuidad de nuestra percepción se da porque nos fijamos en los puntos más iluminados de una zona inestable que comprende todo cuanto sentimos, pensamos, queremos, todo en cuanto en última instancia somos en un momento dado. En contradicción a la ciencia moderna y a la conciencia de sí, llamaremos conciencia a la zona entera que en realidad constituye nuestro estado.

Sólo mediante la experiencia directa, mediante el choque del pensamiento con la conciencia, no midiendo la conciencia sino experimentándola se da una apertura a la vida creativa. En el sueño vemos cómo el pensamiento irrumpe directamente en el dominio de la conciencia pura, porque el pensamiento, explica Bergson, se libera de la sucesión del tiempo homogéneo presentado por la memoria. La apreciación matemática del tiempo transcurrido deja de hacerse, cediendo el puesto a un instinto confuso, capaz, como todos los instintos de proceder con una seguridad extraordinaria

domingo, julio 01, 2007

Pedagogía y cultura.


Dentro de la pedagogía actual el proceso de adquirir conocimiento es un acto personal de interacción entre lo que el individuo sabe y lo que quiere saber. Aquí se supone que el individuo siempre usa lo que sabe para integrar lo que se desconoce, de modo que si la persona no puede relacionar lo nuevo con algo que ya conoce no le es posible concretar el aprendizaje. Dado que la pedagogía en la actualidad se confunde con la reflexión sobre los modelos pedagógicos legados por la modernidad y busca construir a partir de ellos un modelo que incorpore las nuevas experiencias y el saber producido por las nuevas actividades humanas en la cultura moderna; todo nuevo saber debe responder a la demanda de la cultura, de otro modo lo nuevo no encuentra reciprocidad en el saber individual. La pedagogía vista de este modo reduce el proceso de aprendizaje a los saberes alcanzados por la cultura, ya que el aprendizaje se limita a incorporar lo nuevo a la lógica de los conocimientos adquiridos limitando el aprendizaje.

La pedagogía que aquí se propone busca ser más que una reflexión sobre los modelos pedagógicos implícitos en la cultura. La pedagogía debe ser como en otro tiempo, sencillamente, el arte de educar; más que reflexionar sobre los modelos educativos la pedagogía debe apuntar a enseñar a las personas a construir modelos educativos acorde a su experiencia. Convertir los conocimientos en experiencia, o hacer de las experiencias un conocimiento singular, no ha sido un problema de primer orden para la pedagogía actual, pues en los modelos pedagógicos heredados están implícitos los conocimientos adquiridos en la cultura y el aprendizaje se ha concentrado principalmente en el proceso de recibir información acerca de fenómenos, hechos, teorías o pensamientos del pasado. El conocimiento, entendido como acción de presenciar en la mente efectos o ideas acerca de una cosa, rara vez se concreta, dado que la experiencia del mundo se ha reducido al encuentro entre maestro-alumno y la socialización de un saber establecido en las aulas de clase.

La educación ha sido entendida dentro de nuestra cultura como un conducir al individuo hacía el saber, se ha puesto el saber como fin del conocimiento y del aprendizaje. Aristóteles definió al hombre y a la mujer como poseedores de una facultad de aprender, decía que el saber es un deseo natural y argumentaba que el placer que causa a nuestros sentidos conocer es una prueba de ello. Sin embargo, antes de Aristóteles hubo sabios que se exigían a sí mismos controlar este deseo natural en aras de un ideal de vida. Su postura se fundamentaba principalmente en que querían vivir enseguida lo que habían aprendido. Nuestro ideal de educación exalta el deseo natural de saber pero el estado de nuestra actual cultura: la acumulación de saber histórico, la incapacidad de los saberes heredados para dar respuesta a problemas existenciales de primer orden (¿Cómo y para qué vivir? ¿Quién soy? ¿Qué quiero y para qué? ¿Qué conocimiento responde a mis deseos?), muestra que tanto el instinto desatado de conocimiento como el odio al saber nos han quitado la capacidad de crear la realidad. En otras palabras se puede decir que el peso de nuestra cultura no permite que experimentemos el conocer, ni sinteticemos nuevos saberes.

Si bien, la educación convencionalmente está relacionada con la concepción de formar, la formación a la que han aspirado los educadores modernos no permite que el saber llegue a ningún efecto sobre la vida y la acción. Esto sucede porque el saber histórico que es cualidad de nuestra cultura ha renunciado a la posibilidad de formar personalidades. La educación se ha concentrado en ayudar al hombre y la mujer a asimilar los presupuestos históricos sobre los que descansa nuestra cultura, en estimular el instinto de conocimiento, a que recorra el camino ya recorrido por la razón en el tiempo. La educación es para los educadores modernos un proceso de integración personal a la cultura que promete la realización individual en la misma. Sin embargo este proceso obliga al individuo a postergar esta realización constantemente pues debe ir reconociendo los presupuestos que tiene cada nuevo conocimiento que alcanza. Para llegar al saber, esto es, a vivir lo conocido, debe primero recorrer el camino que precede a dicha experiencia y hacer así legítima su forma de vida. Nada debilita más la personalidad como este proceso, pues toda acción está sometida al reconocimiento de la cultura. El proceso integrador a la cultura que proponen nuestros educadores promete lograr la objetividad del mundo por vía del conocimiento. La promesa de la educación es la libertad, entendida como dominio del mundo por medio de la ciencia y la técnica. La libertad es aquí entendida como autonomía del sujeto frente al mundo, es decir, no impulsa a tener una experiencia del mundo sino a abstraer un saber sobre el mundo que permita hacer de éste algo previsible. Se podría llegar a pensar que toda la información que se tiene del mundo, nos daría un amplio margen de acción para vivir la experiencia, pero lo que sucede en nuestra cultura es que la información que se ha acumulado pesa sobre toda acción. La acción está medida por conocimientos ya comprobados, por la probabilidad y la lógica del éxito-fracaso. Para la mayoría es mejor tomar el camino seguro de las experiencias comprobadas que experimentar directamente el influjo del mundo y sacar sus propias conclusiones.

Lo que aquí se propone es que debe ser una prioridad de la pedagogía darle unidad la personalidad. La personalidad es aquí entendida como coherencia entre pensamiento y acción, como voluntad que lleva a alcanzar los más singulares anhelos, como expresión de los actos creadores. La personalidad con que la cultura dota al individuo por medio de la enseñanza no responde al objetivo de la pedagogía aquí propuesta, pues está no es otra cosa que una proyección que le sirve para anticiparse al futuro. La construcción de la personalidad es para la pedagogía actual la confirmación de la humanidad de los hombres y las mujeres por medio de los ajustes de los propios deseos a un proyecto trazado y alcanzado de antemano por algunos. El individuo se adapta a dicha personalidad que encarna los ideales de humanidad y la proyecta a su propio entorno. Su trabajo es transformar su entorno mediante la herramienta de la cultura, ajustándola a la imagen que está ha construido de la humanidad. Aquí todo proyecto de vida debe integrarse al proyecto de la cultura para alcanzar algún día la libertad y felicidad anheladas.

La tranquilidad de la convención ha sido la recompensa que la pedagogía actual nos ha procurado. Esta recompensa es sin embargo un imperativo para todos. La educación está hoy día constituyendo una clase social que se refugia en nuestros centros de enseñanza a tratar asuntos ajenos a la vida, a solucionar problemas prácticos mediante el dominio de una técnica y la objetivación de la existencia. La educación se ha convertido en el privilegio de aquellos que manejen las convenciones impuestas por los doctos quienes se han levantado como una comunidad hablante a la cual se accede pagando el ingreso a nuestros centros de educación. Las universidades de han convertido en centros de iniciación a problemas ya resueltos, a la reproducción de puntos de vista ya aceptados y sobre todo en la posibilidad de participar en el proyecto de humanidad de la cultura.

En gran medida somos testigos del fracaso del proyecto de la humanidad en la cultura. Lo que se llama hoy hombre o mujer no es sino una gastada copia de la impronta de los grandes individuos. La convención es lo que nos caracteriza como individuos, esto es, la vulgaridad. La visión que hoy tenemos de nosotros mismos está mas cerca del imperativo que de nuestros verdaderos deseos. El cultivo de sí mismo es visto como una frivolidad, el cuestionamiento de la postura que adoptamos frente al mundo, de los paradigmas que nos rigen, como locura. Posiblemente pasaremos como la época más insustancial de la humanidad para los hombres y las mujeres del futuro que revisen la historia desde la perspectiva de la vida.

La pedagogía que se propone busca cambiar los paradigmas que rigen nuestra cultura, busca vencer el miedo a romper la convención. Para esto reconoce a los hombres y a las mujeres como sujetos de formación. Esto implica un acercamiento a las condiciones que nos han rodeado en cuanto hemos sido sujetos de aprendizaje. Implica salir de la perspectiva de la cultura, del ideal de humanidad impuesto y volver a la perspectiva de sujeto de aprendizaje. La pedagogía busca llevar al sujeto de aprendizaje a la emoción y al sentimiento que llevaron a la razón a fijar las ideas que han determinado la personalidad. En este sentido se dice que la pedagogía se convierte en parte de la historia de vida.

Reconocer al sujeto de aprendizaje y a los educadores como sujetos de formación y no como portadores de un saber humanista-cultural, implica una vuelta del objeto de conocimiento, aquí el individuo se preocupa menos del conocimiento del mundo que del conocimiento de sí mismo. El fin al que se aspira es la educación, educación ya no como aprendizaje de un conjunto de convenciones y paradigmas, sino como el aprender a relacionar la emoción, el sentimiento con el pensamiento y la acción, esto es, como la construcción de la personalidad.

La mayor dificultad con la que nos encontramos es la incapacidad de nuestros educadores para conducir al sujeto de aprendizaje en el camino hacía sí mismo. En este punto se hace relevante pensar en quienes son los verdaderos maestros. ¿Maestro es aquel que enseña una técnica o un saber? ¿Una figura a la que se ha certificado para transmitir el saber de la cultura? ¿Aquél autorizado para instruir, para impartir tareas y premiar o castigar a quien no cumpla con ellas? O aquel que nos acerca a nosotros mismos. Los verdaderos educadores y formadores, decía Nietzsche con razón, son los que nos muestran el genuino sentido originario y la materia básica de nuestro ser, son aquellos que nos rebelan lo que no es susceptible de ser educado ni formado. Sin embargo “aquello” que nos es propio y no susceptible de ser educado, es de difícil acceso, algo oculto, algo que los educadores modernos se empeñan en que ocultemos. En este sentido los pedagogos no son otra cosa que liberadores y la educación es liberación. Por ello, la mejor educación es la que nos vuelve al punto donde empezamos a ser sujetos de aprendizaje, donde la cultura empezó a formarnos. Los maestros en oposición a los educadores modernos son los guías en este camino.

La relevancia de un maestro, lo que lo diferencia de un educador moderno, está en función directa de su capacidad para ofrecer un ejemplo. Pero el ejemplo debe ser dado mediante la vida visible, no sólo a través de palabras o escritos sino mediante gestos, con el rostro, con la actitud, con su vestimenta, mediante los alimentos que consume. El maestro dibuja con lo mencionado su personalidad. El educador moderno es por el contrario gris, neutro en cuanto al saber adquirido, incapaz de jerarquizar, de darle prioridad a lo que realmente constituye su ser. Su interés es adherirse a la convención, ganar respetabilidad y administrar cuidadosamente sus conocimientos en los alumnos pues ve en ellos una competencia futura, valora más el esfuerzo que los resultados, y muestra más interés por la mayoría obediente que por las inquietudes particulares.

Retomando lo anterior decimos que la educación debe ser un proceso por el cual el maestro lleva a su discípulo a que descubra el sentido originario y la materia básica de su ser. Esto puede sonar algo abstracto pero es sencillo. A la materia básica o sentido originario del ser nos referimos a ello por medio de las emociones. En la emoción, en nuestras pasiones se encuentra nuestra esencia. La emoción es lo que nos comunica con el mundo. Primariamente el objeto corresponde a la emoción. La representación de esta emoción es el sentimiento o la sensación, y las sensaciones se hacen ideas en nuestro cerebro. Llevar al discípulo a su esencia es conectar sus ideas a las emociones. La educación moderna niega las emociones, le da preeminencia al saber ya aceptado antes que enfrentarse a lo desconocido. El conocimiento hace conocido lo desconocido y por lo general el hombre y la mujer moderna se encuentran más aferrados a lo conocido que a lo desconocido. Afrontar lo desconocido obliga a la creación a revaluar los conocimientos, a actualizar la esencia. Al experimentar la emoción nos vemos obligados a hacer nuevas representaciones, a crear nuevas relaciones sinápticas en nuestro cerebro, a crear ideas.

La creación esta limitada por la cultura, pero la pedagogía propone ampliar sin temor el espacio de la creación. Sin embargo este debe ser “un lento y moderado desarreglo de nuestros sentidos” pues la voluntad del hombre y la mujer modernos esta aletargada. Es más fácil seguir el deber que el querer. El deber es en alguna medida un trabajo de todos mientras que el querer implica no sólo un trabajo individual sino enfrentarse a los otros. La voluntad, entendida por la facultad de realizar nuestros deseos, la energía de hacer conocido lo desconocido, nos lleva a los actos creadores. El fin de la pedagogía no puede ser sino este: llevar al hombre y a la mujer al encuentro con su propia voluntad, construir una nueva cultura.

Este proceso pedagógico implica un desprendimiento de los conocimientos adquiridos sin experiencia y sin vivencia, un avanzar hacia atrás para abrir una perspectiva más amplia de la existencia. Implica una autodisciplina entendida como la elaboración de un método. La disciplina tiene que dejar de ser imposición para convertirse en un método. El método es susceptible de ser enseñado, el papel del maestro cobra importancia en este aspecto. El maestro debe procurar las herramientas que más le convengan al discípulo para que encuentre su esencia, esto lo hace mediante el ejemplo, manteniendo una coherencia entre su pensamiento y su expresión.

sábado, junio 23, 2007

Sobre la dialéctica




1. Dialéctica clásica y nueva dialéctica.

La nueva dialéctica es una forma de conocimiento de sí mismo y del entorno que permite, a quien haga uso de él, entrar en una dimensión del saber que cierra la brecha entre el observador y el observado. Esto significa que el objeto es observado como indivisible de un todo del que el observador hace también parte. La nueva dialéctica lejos de escindir al hombre o a la mujer de su entorno, y de convertir al mundo en un objeto desconocido y por lo tanto cognoscente, propone generar la conciencia de que el sujeto está en relación horizontal con sus semejantes y el mundo. Así cuando transforma y conoce su entorno es transformado por él. Todas las cosas están ligadas íntimamente dado el carácter material del pensamiento, de la sociedad y de la naturaleza. El pensamiento y naturaleza son considerados como procesos de producción análogos y simultáneos. No hay un substrato al cual el pensamiento pueda acceder en la naturaleza, ni hay posibilidad de rebelar una razón en la naturaleza. En este sentido la nueva dialéctica no estaría ligada a un programa racional en el que el pensamiento se refleja en naturaleza como en un telón de fondo. El pensamiento ligado a un programa racional busca afirmarse en el mundo, confirmando un orden racional en la naturaleza. La nueva dialéctica estaría por el contrario, ligada a idea de que pensamiento y naturaleza son dos procesos análogos, es decir, a la idea de que hay productos del pensamiento como productos de la naturaleza, diferentes en cuanto a su realidad pero similares en la medida en que hacen parte de una misma totalidad.

El modo de operar que tiene la dialéctica clásica niega el cambio y el devenir, porque para ella la labor del conocimiento es simplemente descubrir un orden racional en la naturaleza. El acto de pensar dentro de la lógica de la dialéctica clásica se reduce a confirmar las creencias y presupuestos que están en la base de cultura, dentro de uno de tantos ordenes posibles en el mundo. Desde esta perspectiva todo lo nuevo, lo desconocido, ajeno al pensamiento, es negado; el azar como potencia transformadora es relegado al terreno de lo negativo. El ser, para la dialéctica clásica, es lo que no puede sino ser reconocido por el pensamiento. Lo que es, el ser, es lo que permanece a los cambios, el ser se expresa en el mundo en el ajuste del mundo conforme a la razón. Este camino según los teóricos de la razón que va de Descartes a Hegel conduce a la libertad. Ahora bien, este tortuoso camino niega las fuerzas creadoras de la vida, el instinto, los sentimientos, pasiones, los sentidos. Gracias a los instintos y no a la razón somos uno con la naturaleza. El instinto es fuerza al igual que las leyes que rigen la naturaleza, todo en la naturaleza es acción, al igual que el instinto. El instinto no es conciente de si mismo, la naturaleza y el instinto no saben de bien y mal. La razón por el contrario es pensamiento que se sabe a si mismo. No es acción sino reflexión, mide la fuerza, la pesa, le da un valor conforme a sus fines. El fin de la razón es la libertad entendida como la emancipación del sujeto de las fuerzas de la naturaleza y del instinto. En este punto vale la pena preguntarnos si hoy en día estas ideas de libertad y razón están a la altura de los desafíos que la vida le impone al pensamiento, a saber, unir lo que la razón ha desunido.

La dialéctica clásica al escindir el pensamiento y el mundo fundamenta la relación del conocimiento en la dominación, esto es, la imposición del concepto de la razón sobre el mundo. Este modelo de conocimiento relaciona las cosas desde una sola perspectiva, la cual es verdadera en la medida en que corresponde a la confirmación de un presupuesto: todo lo racional es real, todo lo real es racional. La idea de que la verdad es una convención es ajena a la dialéctica clásica, al igual que la idea de que el orden es relativo al espectador y la idea que dice que todo conocimiento corresponde a una perspectiva. Por el contrario para la nueva dialéctica la verdad es producto de la intersubjetividad, es una imagen que se levanta por el choque entre dos o más perspectivas, la verdad para ella es una síntesis entre opuestos.

Para la nueva dialéctica conocer es un acto de fuerza, pero la relación entre fuerzas no debe estar determinada por una ley preexistente al conflicto. La nueva dialéctica no niega ninguna fuerza de antemano. Por medio de la razón se niega la fuerza en la dialéctica clásica. La nueva dialéctica afirma la diferencia pero niega la negación. Así el pensamiento en el método dialéctico es potencia de cambio, creación de realidad; la naturaleza análogamente es transformación de fuerzas y la sociedad es el lugar de las contradicciones entre perspectivas particulares que se forman del encuentro del pensamiento con la naturaleza. La sociedad es el lugar donde se produce la cultura.

La aplicación de la dialéctica clásica he generado una cultura del maltrato pues las redes de interrelación social se han sustentado en la dominación y la sumisión. Aquí el papel del pensamiento no es el de producir modelos de interrelación social sino el de reproducir un modelo que sustenta su autoridad en el pasado. Lo viejo niega a lo nuevo y lo incorpora a sí mismo en el transcurso de la razón en mundo, lo viejo inscribe a lo nuevo en el tiempo lineal hacía un incierto mundo gobernado por la razón. La idea de un mundo liberado por la razón, la negación del presente, la incorporación del presente al pasado, la promesa de una libertad futura por medio del sometimiento en el presente, han dominado el imaginario colectivo por más de tres siglos. Un ejemplo de ello es el sometimiento del deseo a las condiciones económicas, la búsqueda de la felicidad en el consumo, el sobrevaluado valor al trabajo y la devaluación del ocio; el temor a lo desconocido, la negación de la diferencia mediante el sometimiento y la sumisión. Ser moderno hoy en día es saberse un producto del progreso en el tiempo, saberse en la cima del camino recorrido por la razón. Por ello cada vez la dominación y el maltrato se han hecho más comunes, pues se incurre en esas prácticas apelando al bien de los tiempos futuros donde se eliminaran todas las diferencias. Negar el instinto en los niños y las niñas, la voluptuosidad en la mujer, el ocio implicado en toda práctica de sí, se ha convertido en una afirmación de la razón en el mundo, en el dominio de la naturaleza y el camino a la libertad. La negación de la diferencia ha llevado a la reproducción de la violencia y al surgimiento de cada vez más movimientos de reacción más que de acción frente al modelo y las leyes surgidas de la dialéctica clásica. La nueva dialéctica es una tentativa de transformar la cultura de la dominación y el maltrato en una cultura de paz, una cultura que aunque busca la inclusión no niega la diferencia.

La nueva dialéctica presenta tres momentos: La contemplación, el análisis y la síntesis. Cada momento esta ligado a una dimensión del conocimiento en el todo y a una regla que responde a lo que es propio de sus procesos. La dimensión en la que opera la contemplación es la de la naturaleza; la del análisis en la sociedad y finalmente la de la síntesis en el pensamiento. Por otra parte, la naturaleza responde a la ley de los cambios cuantitativos en cualitativos y viceversa; la sociedad responde a la ley de la unidad y la lucha de contrarios y el pensamiento responde a la ley de la negación de la negación. Lo que diferencia a una dimensión de otra no son grados metafísicos ni de realidad, el pensamiento no es más real que la naturaleza ni responde a un mundo superior al que nos afecta los sentidos inmediatos. La diferencias son más de densidad y de composición, de velocidad y de retardo. Hay una diferencia gradual entre la forma que vibra la naturaleza y el pensamiento, sin embargo comparten la misma frecuencia. De no ser así no la podríamos percibir. No obstante la ciencia y la filosofía modernas se han encargado de crear interferencia en esta frecuencia común en una tentativa de igualar los grados de vibración de la naturaleza a la del pensamiento. Esto ha dado como resultado una imagen antropomórfica del mundo y ha reducido la posibilidad de experimentar al mundo y a nuestros semejantes como presencias. La dialéctica clásica opera de esta manera. De manera distinta opera el método aquí propuesto. No se trata de igualar a la naturaleza al nivel del pensamiento negando todo aquello que no responda a sus presupuestos, sino de integrar al pensamiento y a la naturaleza en una unidad de contrarios. No se trata de levantar una imagen del mundo como una totalización del pensamiento, sino de mantener la interacción del pensamiento y de la naturaleza como un todo abierto, como un campo morfogenético o plano de inmanencia.


1.2. La nueva dialéctica

Se ha planteado que la nueva dialéctica es un método de conocimiento que tiene tres momentos. En principio se trata de dejar de ver los fenómenos como algo aislado para considerarlos en sus relaciones, la contemplación implica esta mirada. La naturaleza muestra que todas las cosas están relacionadas entre sí, todos los productos están en constante unión. Ya desde la antigüedad ha mostrado que la cualidad de la naturaleza es el cambio, no en vano una de las primeras cuestiones que fundaron nuestra civilización fue la pregunta que es aquello que permanece a los cambios a la naturaleza. Las respuestas llevaron a los antiguos a abstraer en un ejercicio interpretativo elementos primordiales. La tierra, el aire, el fuego, el agua, debían ser el sustrato de la naturaleza. Sin embargo desde Tales hasta Parmenides siempre se afirmó que incluso los elementos estaban sujetos a la transformación de unos en los otros. Aire en agua, tierra en fuego, Aire en fuego, etc. Fue Heráclito el más radical de los filósofos al afirmar que lo que permanece en la naturaleza es el cambio. No demoraría sino un siglo en aparecer la escisión en el mundo con la figura de Sócrates, quien propuso que la verdad y la virtud eran capaces de hacer inteligible lo inentilegible, es decir, develar lo permanente en todo cambio. Podemos denominar este el primer momento de la dialéctica clásica. Esta imagen influenciaría a Platón y Aristóteles a levantar una imagen puramente intelectual del mundo en oposición al mundo cambiante. La virtud no sería sino una forma de buscar lo como deseable lo más similar al mundo ideal y como despreciable lo menos parecido. La virtud sería la igualdad y lo despreciable la diferencia. Aristóteles se empecinaría en buscar el ser en cuanto ser más allá de los accidentes, y en oponer la materia al nous. En estos, los tres primeros grandes filósofos se generaría la oposición entre el mundo verdadero y el aparente.

No obstante, la oposición a los preplatónicos, nunca ha sido contundente, los sofistas y más adelante los atomistas y estoicos mantuvieron la aseveración de que lo único permanente es el cambio. Pensar el movimiento siempre ha sido una constante en la historia del pensamiento pero la historia moderna ha destacado las filosofías que encauzan el movimiento en el camino de una causa material a una causa final, herencia de Aristóteles. Por otra parte la influencia de las ideas cristianas de redención y salvación y la noción del pecado orginal en la modernidad han contribuido a que todo cambio debe estar soportado por una teleología, es decir de una causa final, en este caso la salvación. Gracias al cristianismo la dialéctica clásica se hace negativa, la penitencia se hace motor para acceder a un mundo mejor que este. Por otra parte, la imagen de un Dios hecho hombre, muerto y resucitado, esto es, la caída a este mundo y elevación de un Dios a su reino, terminan de crear conciencia de un más allá que contradice este mundo. Más adelante la Reforma protestante, la Revolución francesa, la Ilustración y el idealismo alemán, configurarían la dialéctica clásica en lo que es hoy: el anhelo de convertir este mundo en racional. Con la Reforma protestante, la razón humana se diviniza, con la ilustración la razón se convierte en el factor que elimina las contradicciones de la historia y con la revolución francesa la razón se hace un ideal realizable para todos. Las ideas de igualdad, libertad, fraternidad se convierten en la finalidad de la razón y todo aquello que no responda a esos ideales es un factor negativo.

Como se ha tratado de ilustrar desde la perspectiva de la dialéctica clásica, el cambio, es puramente cualitativo, aunque hay transformaciones en el pensamiento se mantiene la misma cualidad: la negación del presente.. Para la dialéctica clásica las formas de hacer el mundo verdadero se han mantenido cambiando únicamente las formas de denominar lo que permanece, en los antiguos es la idea, en los medievales es Dios, en los modernos es la razón. No obstante en la segunda mitad del siglo XIX se empieza a formar la tentativa de dar un salto cuantitativo, cuando la ciencia, la filosofía y el arte evidencian la crisis de los modelos de representación o de las ideas rectoras del progreso en la historia. Los modelos racionales se ven afectados por la emergencia de nuevas formas de producción de realidad provocadas con el advenimiento de la revolución industrial. Con el capitalismo las relaciones entre las personas cambian, la facilidad que da el dinero para adquirir productos crea nuevos anhelos y esperanzas, la libertad que da el dinero procurarse bienestar y tranquilidad pone en cuestión la idea de un mundo mejor más allá de éste. Sin embargo se someten todas las actividades humanas a mantener estas condiciones en aras de que un día el bienestar llegará para todos y cada uno de los presentes en este mundo. El bienestar que promete el capitalismo no es un cambio cuantitativo. De nuevo el sometimiento del deseo a las condiciones económicas supera cualquier tentativa de lograr una analogía del pensamiento con la naturaleza, la liberación de las fuerzas creativas que convivan en su diversidad. El capitalismo homogeniza el tiempo por medio de la organización del trabajo y resalta las relaciones de dominio y sumisión implícitas en la dialéctica clásica.

La nueva dialéctica quiere dar un salto cualitativo y por eso se rehusa a dividir el mundo en verdadero y aparente, afirma el cambio y la transformación como lo único que permanece, de este modo niega los modelos que pretenden perpetuarse. Toda tentativa de perpetuación puede ser traducida como forma de maltrato, pues a su alrededor crea una contranaturalaza que se opone al cambio natural al pensamiento, a la naturaleza y a las sociedades. Aquí cambio no es necesariamente progreso, el progreso implica una finalidad y por lo tanto la perpetuación de una perspectiva sobre las demás. La nueva dialéctica no busca realizarse más allá del tiempo pues en la contemplación ha encontrado que sólo el instante presente es la puerta de la eternidad, pues al afirmar el cambio siempre confluirán aquí y ahora el pasado y el futuro. La dialéctica clásica solo acepta el cambio cualitativo y por ello siempre es la imagen de sí misma con diferentes ropajes. La nueva dialéctica al identificar en la naturaleza las leyes de cambios cuantitativos en cualitativos en la naturaleza al afirmar que lo único permanente es el cambio, permite que no se confunda la cualidad con la propiedad pues muestra que ninguna cualidad se manifiesta independiente de sus relaciones, es decir, toda cualidad esta ligada a una estructura.

Al permitir el salto cuantitativo, la contemplación se dispone al análisis. En la contemplación, primer momento del método dialéctico el pensamiento se crea una imagen de sí mismo, de su extensión, de sus contradicciones y de las fuerzas que lo recorren. No podemos conocer sino por el pensamiento, es decir, mediante la síntesis que hacemos de los datos de los sentidos. Damos cuenta de un olor en la medida en que lo relacionamos con los datos que nos proporcionan los cuatro sentidos restantes. El olor, sabor, color y dureza, son propiedades de un objeto. La suma de ellos es el objeto tal y como se nos presenta al pensamiento. En gran medida, para nosotros los objetos son pensamiento, y el pensamiento el espejo de la naturaleza. Estamos habituados sin embargo a dar crédito de nuestros sentidos a confiar que más allá de los datos que nos dan existe un mundo fuera de nosotros. La nueva dialéctica no duda de los sentidos en la medida que no los considera un reflejo de la naturaleza, sino naturaleza, o para decirlo más rigurosamente materia.

¿Quien ve nuestros pensamientos? Sólo nosotros mismos, sin embargo mediante el lenguaje comunicamos nuestros pensamientos a los otros y llegamos a convenciones respecto a lo que debe ser el mundo. Los resultados de la ciencia son una convención, la metafísica una fábula y el arte lo real. No podemos vivir sin convenciones, fábulas o la imagen de un mundo. Por eso nos causa incomodidad todo lo que perturba nuestras metáforas. Todo lo que amenaza con destruir nuestros sistemas de creencias esta relegado a la negatividad, según la dialéctica clásica. La visión contemplativa por el contrario hace convivir las contradicciones desde el conocimiento perspectivo. Para la nueva dialéctica el conocimiento es perspectivo. Sostiene que la medida de las cosas es otorgada por la perspectiva y que las cosas no tienen un valor dado en sí mismo.

Desde el enfoque de la nueva dialéctica cobra sentido aquel giro crítico que le dio Kant al conocimiento, al convertir la facultad del conocer en un aparato crítico de sí mismo. Antes de preguntarse ¿qué podemos conocer? se propuso a determinar los límites del conocimiento. Hizo de este modo una división entre lo conocido y lo que va más allá de el conocimiento. Sólo podemos conocer por medio de nuestros sentidos, afirmo Kant. Sin embargo mostró que más allá de los sentidos hay “algo” que denominó la cosa en sí. El lugar de la cosa en sí es Dios, según Kant. Por eso mismo afirmo que el objeto de nuestros juicios estéticos es la cosa en sí, pues de allí proviene la libertad y la justicia.

La nueva dialéctica es una herramienta crítica de sí misma a la manera como lo plateo Kant. Sin embargo más allá de convertir la cosa en sí en un límite, la quiere convertir en un medio para ampliar sus propios límites. Si la medida de las cosas esta dado por el objeto, este no puede sino ser un imperativo. Kant encierra el conocimiento en sí mismo de manera que afirma que nada que no este a la medida de nuestros sentidos puede ser objeto de conocimiento. Kant relega el conocimiento a la moral al poner en el lugar de la cosa en sí, a Dios, a la libertad y la justicia. El obrar esta determinado por las acciones buenas, por el obrar conforme al imperativo. La nueva dialéctica se vale del análisis para generar nuevas formas. Esto quiere decir que libera a la cosa en sí para darle paso a lo desconocido. La cosa en sí se hace familiar al darle el lugar de las creencias y de los juicios morales. Pierde toda su potencia creadora. La realidad, se crea no se descubre, para la nueva dialéctica. La realidad sólo puede crearse en el vacío en el encuentro del pensamiento con la materia, en la descarga que produce el encuentro. La realidad se crea según la ley de la unidad de lucha de contrarios. Si a los objetos no le fueran inherentes sus contradicciones no sería posible el cambio y la transformación. Por esto se hace necesario mostrar las contradicciones más allá de los juicios morales. Mostrar que aquello que lamamos Dios, libertad y justicia, no es otra cosa que la vida. Desde esta perspectiva las cosas son justas e injustas a la vez, todo depende de la perspectiva desde la cual se le mire.


El que a través de la crítica se haga manifiesto que las contradicciones son inherentes a nuestros juicios que tenemos del mundo, nos lleva al ámbito de la síntesis. La negación de la negación, esto es la afirmación de la negatividad en los contrarios da como resultado nuevas formas de realidad. La dialéctica clásica evita la confrontación por eso niega la diferencia, la hace inexistente en la medida en que no encuentra en ella correspondencia a sus presupuestos. La nueva dialéctica por su parte le da al enemigo reconocimiento, por decirlo en términos de confrontación. Si no hay un rival, otro, un desconocido no aprendemos nada nuevo y la creación es dejada de lado. La síntesis abriga el nuevo conocimiento, elevando lo negativo al rango de lo existente.

Las relaciones de dominio- sumisión, son producto de la dialéctica clásica, en la medida en que esta niega la aparición de lo nuevo. Si bien es cierto que para que algo nuevo pueda expresarse debe tomar como punto de partida lo establecido. Lo nuevo esta en capacidad de desarrollarse más allá de lo conocido, aumentando en cantidad sus propiedades para producir un cambio en lo establecido. El pensamiento debe exigirse más allá de sus límites para crear nuevas conexiones. La dialéctica clásica niega la aparición de lo nuevo mediante la negación, por eso la síntesis se encarga de negar las negaciones en un ejercicio de afirmación radical de la diferencia. Esto se logra abriendo al pensamiento a la vida, acercando el pensamiento al objeto, liberando de imperativos al objeto. El ser no es solamente lo conocido, es decir la escisión entre lo verdadero y lo falso, sino la síntesis de los contrarios, lo posible en el pensamiento y lo posible en la naturaleza. Afirmar las nuevas relaciones es el primer paso para engendrar nuevas realidades, lo demás depende de la fuerza, de la capacidad de cambiar la cualidad de lo viejo por lo nuevo. Por afirmar las diferencias y aceptar el devenir en toda su dimensión. El carácter de la nueva dialéctica es lo trágico, en el sentido en que no niega ni siquiera el peor dolor, ni el momento más triste del pasado. Lo afirma para transfigurarlo en algo mejor a la luz de lo nuevo. En la medida en que no dejamos aflorar nuestras contradicciones seguimos negamos el cambio cualitativo, pues el sufrimiento es condición de la creación.

sábado, junio 09, 2007

Mujeres



Black magic woman. La canción de Santana al fondo. Frente a la cuestión de la mujer prefiero pensar en los atributos de Venus que en el eterno femenino, en el amor en lugar del camino de redención. Sobre la cuestión de la mujer, quisiera evocar las mareas de Venus, las madres del ser que mantienen la esfera en armonía para que las cosas sean una el amor primordial. Más allá de ser una sensibilidad para comprender el dolor humano la de la mujer es como aquel principio que descarga todos los sonidos y da inicio a una nueva armonía, parafraseando a Rimbaud, el amor de Venus que supera las diferencias, elimina las plagas, eleva hasta lo más alto la sustancia de nuestras fortunas. Sin embargo, ya lo dijo Lennon: Woman you´re the nigger of the world.

Hay mujeres que se ven simplemente como un hombre, mujeres alineadas en las filas de Marte, también hombres voluptuosos potenciados por Venus; mujeres encerradas en el cuerpo de un hombre y hombres encerrados en sus propios cuerpos en el hermetismo del sexo fuerte. Ahora que lo pienso, no entiendo para nada la cuestión feminista, no la entiendo porque para eso hay que ser mujer, como la cuestión negra, hay que ser negro para pelear por el lugar de los negros en el mundo. Pero no hay que ser drogadicto para hablar de drogas y hay que ser una mierda para negar el influjo de Venus en Marte, para negar el influjo de la música del delta del Mississippi, el influjo del delta de Venus en los trópicos.

No basta con decir you´re so beautiful, please don’t leave me, ante la mujer o tomar la actitud de Wittgenstein frente a la belleza y cerrar la bocota, no creo tampoco que sea necesario llevar todo el tiempo un látigo como Nietzsche para mantener a distancia a la mujer y a la belleza. Tal vez llevar látigo para auto flagelarse un poco, lo suficiente para no parecer mártir, o usarlo prudentemente, como cable a tierra o como cuerda de para asegurarse al más viejo mástil, sin que ella lo note y así poder entregarse a sus influjos sin ser devorado. Qué dulce es quedarse en el deseo de exceder, sin llegar al extremo, sin dar el paso.

Puede que sea un error relacionar la mujer con el amor y la belleza de entrada. Rodrigo Argüello en su nuevo libro VIAGRA PARA EL EUNUCO propone otra cosa, liga a la mujer a la virtud dadora, esto es a la generosidad y al poderío:
“…no solamente están dotadas (las mujeres) para sobrevivirle al hombre, también son demasiado generosas. Lo que indica que no basta estar dotado físicamente, también hay que ser generoso” y agrega: “Tan potente es la vitalidad erótica de la mujer que a pesar de su liberación sexual aun no ha sido explotada por el hombre… El hombre aún detenta el poder sobre la mujer, pero es ella quien verdaderamente tiene el poderío”.

Los tiempos están cambiado, ya no somos tan modernos, amor + belleza no equivale necesariamente a feminidad. Sabemos tan poco del amor y de la belleza que la ponemos del lado de la mujer de quien tampoco sabemos nada. Somos buenos para pelear pero malos para la cama. Las jóvenes de hoy se niegan a identificar a la mujer con la belleza y el amor porque han tomado conciencia de su poderío y han aprendido a leer su historia. Jóvenes mujeres que a pesar de los tiempos y de ellas mismas se han rebelado contra su propia historia. Que lo diga Bukowski el lúcido borracho, quien presenta en su cuento “the prettiest girl of the city” a una mujer poseedora de inteligencia y espíritu aunque acusada de desperdiciar su belleza; una mujer que “pintaba, bailaba, cantaba, hacía objetos de arcilla, y cuando la gente estaba herida en el espíritu o en la carne le daba una pena tremenda”. Además ésta mujer tenía la costumbre de ser amable y buena con los feos con el agravante que los bien plantados le repugnaban. Una mujer que antes de ser “acusada” de ser bonita prefiere atravesar su nariz de lado a lado con un alfiler para inspirar repugnancia y terror. "La belleza no permanece, siendo fea sientes que le agradas a alguien por otra cosa", dice la bella Cass de Bukowski.

La juventud femenina dispone una rebelión a la belleza a la manera del arte moderno, las valientes jóvenes no sólo rechazan en sus vidas las formas vacías de lo bello, sino que se han venido desprendiendo de las prácticas que interiorizan la belleza. Evitan volcar su erotismo al exterior para convertir su cuerpo en objeto de consumo así como evitan replegarse a su interior como señal de renuncia al mundo. Ni monjas, ni putas. Nuestras nuevas mujeres, dice Rodrigo Argüello, procuran configurar su erotismo como “un bucle trenzado por lo corporal y lo mental” en rechazo a un erotismo de “paralelas que parecieran no unirse jamás”.

jueves, mayo 24, 2007

Caicedo y los Stones: Una versión de la muerte de Brian Jones en "Que viva la música"



Que no me vengan a decir a mí que Brian Jones murió de irresponsabilidad o flojera; ni siquiera de amor en vano. Las cosas no se dan así como así. Murió fue de desencanto. El fue el que los unió a todos, el que primero leyó música, el que les enseñó, el más fotogénico, el que se le medía a todos los instrumentos raros: cítara, arpa, marimbas, toda clase de cuerdas y de cobres, mellotrón, violoncello, mientras que la lacra de Keith Richards no se concentraba sino en el "chacachaca". Quería cantar él, monito bello. El que no lo dejó fue el Jagger, que siempre fue exhibicionista. Luego vino la imposibilidad de escribir para que un usurpador cantara, y el trabajo fuerte, tanto concierto que es lo que más moneda da, tener en cuenta que el Jagger hizo dos años de economía, y el peor golpe: una noche Keith Richard se encargó de Anita Pallerberg, la pelada de Brian, a la que más quiso, usted la ve, de mirada como burletas, dientes grandes, yo no sé qué le vio de bueno al Richards con su diente cariado, hay mujeres que son muy brutas. Al otro día fueron ambos a la casa de Brian, a anunciarle que Anita se le pisaba. No lo encontraron.Lo buscaron por Londres, luego por todo Londres. Lo vinieron a encontrar en un bosque de las afueras, dándole a la flauta. Anita le dijo: "Brian, era para decirte que me paso a vivir con Keith", y Keith le clavó a él la mirada. Brian se levantó, sonrió, no dijo nada, los abrazó flojito, con ese modo de ser de él, y no tocó más la flauta. Acababa de idear Ruby Tuesday, que no le acreditaron porque él no quiso romper la imagen Jagger-Richards. Se dedicó a la rumba con tremendo éxito, teniendo al lado siempre alguien que velara por él, pero me imagino que ya se estaba debilitando por dentro de pensar en lo infortunado que era. Keith Richards había sido su mejor amigo: arrendaron juntos un apartamento, recién se reunían para tocar y se la pasaban haciendo las mil cagadas: casi electrocutan poniéndole dos enchufes de amplificador en cada oído a un gordo medio cacorrón que vino a buscar a Brian desde su mismo pueblo, porque Brian no era de Londres, y dicen que lo acomplejaba, supersensible que era, sentirse medio provinciano, qué sentirían luego cuando eran la mejor banda de Londres,la mejor banda del mundo, y él encargándose de que nadie incumpliera los ensayos, dándole pinta al grupo, vistiendo a la última moda, elegido dos veces seguidas el "Artista Pop Mejor Vestido". Todo esto fue mucho antes de que fuera el Jagger a decirle que habían decidido hacer una nueva gira por USA, y dicen que él se espantó y se negó de una. No estaba para esas, qué creen, no le gustaba como a ellos USA, eso de no poder ni oír la música por el alboroto de unas culicagadas histéricas. Alegó lo más claro de todo, debilidad, pero no estaba débil, tocaba más que nunca. Richards se encontraba también en esa entrevista. No sé, a lo mejor, seguro. En todo caso es falso lo que se dice de que había grabaciones en las que Brian se quedaba tirado en el suelo mientras él tenía que hacer las dos guitarras. Hombre, es una cosa que se nota, cuando un miembro dobla a otro, hay como un raspón y un vacío, así es, un raspón y un vacío. Y yo siempre a ese grupo lo he oído es tocando y seguido. Jagger le dijo: "¿Entonces qué, podemos tenerlo como una propuesta de que te retiras del grupo?", y él, que ya casi no conversaba y que había llegado a intimidarse ante Jagger, contestó: "Sí, me retiro", y luego, irónico: "busquen un reemplazo". Antes de irse, Richards se portó cortés. "Te llamo dentro de una semana para ver qué has decidido, ¿okey?". "Okey", dijo Brian, y se sentó a pensar. Sabía que no encontrarían un reemplazo.Esperaba que, de encontrarlo, no les sirviera y lo tuvieran que llamar a él, y él así recuperaría algo de su antiguo control sobre el grupo. Porque Jagger había perdido confianza en su genio. Y él sabiéndolo, fue incapaz de plantear otra relación que la súplica y la humillación. Eso era que llegaba a los ensayos, caminaba hasta donde Jagger y sin mirarlo a la cara, todo tembloroso, le preguntaba: "¿Qué debo tocar, Mick?". Y el otro: "Eres un miembro de esta banda, Brian toca lo que te dé la gana". Entonces Brian tocaba algo en su guitarra, y Jagger lo interrumpía: "no, Brian, eso no está bien". "Entonces, ¿qué debo tocar,Mick?". "Lo que te dé la gana". El Brian intentaba de nuevo, pero volvían y lo paraban: "No, eso tampoco está bueno, Brian". Así que el pobre terminaba era todo borracho en un rincón golpeando el suelo fuera de ritmo y ensangrentándose la lengua sobre una armónica, de la imposibilidad de cambiar la situación. No llegó a imaginarse ninguna de las maquinaciones de Jagger, que desde hace una semana se venía en habladitas con el sardino éste, Mick Taylor, que entonces tocaba para John Mayall: citicas en centros no muy in y conversaciones largas y escribir cositas en las servilletas, flechas, signos para los golpes, y siempre quedar de estarse llamando, de estar en contacto, me cago en ellos. Cómo se quedaría Brian al leer la noticia, él, que fue el primero en irle diciendo a todo el mundo que el taylorcito tenía talento. "Hasta hace tu misma chacachaca", le dijo a Keith, y luego lo golpió en el brazo, duro. Así bromeaba. Leyó la noticia y a los cinco días lo encontraron muerto, eso es lo cierto. Allí sí vaya uno a saber. Yo he resuelto que lo mataron, pero ¿quién? Habría tocado estar en el mundillo. Que hubo rumba, que hubo despelote, que Brian se fue alejando de los invitados, y allí lo tiene: muerto en la piscina con la cara inflada y rosada, tal como si hubiera pronunciado la nota que nunca cantaron. Cantaron y tocaron pésimo al otro día, ellos. La idea de Brian les endureció la música, sé que lo que buscan es endurecerla más, porque el Taylor es cejicerrado, pelirrojo, malgeniado y silencioso, y el Jagger desfigura cada vez más su canto y el Charly Watts se come más las uñas y el langaruto de Bill Wyman ya ni repasa las cuerdas: es un sólo bloque de impulso lo que saca de su bajo. Cómo sería la bullaranga a donde la guitarra de Richards, cada vez más incisiva, no la hubieran suavizado vientos: Boby Keys y Jim Price en saxo y trompetas, allí los tiene, banda de ocho, el espiritual Nicky Hopkins en el piano. Verano del 72: el del achicharre.

martes, mayo 08, 2007

Bajo el Volcán


Cap III pg 70

...Era sin duda la ausencia de la música lo que no obstante hacia parecer tan extraño que los árboles se mecieran conforme a su ritmo, ilusión que envolvía de horror no sólo al jardín , sino también a las llanuras en lontonanza y a toda la escena ante sus ojos: el horror de intolerable realidad.
Esto no debe ser muy distinto, se dijo, de lo que sufre algún loco en aquellos momentos en que, sentado benignamente en lo patios del manicomio, la locura cesa de súbito de ser un refugio y encarna en el cielo que se hace añicos y en todos sus alrededores, en precencia de lo cual, la razón, ya enmudecida, sólo puede bajar la cabeza. ¿Acaso encuentra solaz el loco en tales instantes, cuando sus pensamientos estallan como balas de cañon al través de su cerebro en la exquisita belleza del jardin del manicomio o en las colinas cercanas más allá de la terrible chimenea? Difícilmente pensó el cónsul.

El vagabundo inmóvil-Michel Tounier


Al otro lado del muro: entierro. Acaso yo debería vender crisantemos y coronas de margaritas. O mejor aún, abrir un albergue. Las grandes comilonas que siguen a los funerales no son solamente una tradición rural. Corresponden a un extraño estado de ánimo provocado por un cruel duelo. Se trata de una especie de ebriedad leve, a veces hasta alegre, absolutamente inconfesable, como si la naturaleza nos emborrachara mediante algún benéfico veneno para evitar que suframos demasiado.
Esta especie de anestesia natural actúa sobre mí en otras circunstancias. Si hago cuenta de los amigos y amigas perdidos en x años, hay motivos, ciertamente, para que me sienta abrumado. Y ya no hablo tan sólo de los muertos. A estos no los pierdo de verdad, pues sigo –y para siempre- hablándoles y acunándoles en mi corazón. No, pienso en los que se fueron, en los olvidados, en los que me olvidaron, en los que desaparecieron tragados por los remolinos de la existencia. Y aquí se impone una constatación enteramente personal; excepcional tal vez, pero no es seguro. Nunca, nunca, nunca supe, cuando vi por última vez a esos amigos perdidos, que era la última vez que los veía. Este fenómeno es tan regular, tan totalmente exento de excepciones, que empiezo a creer en un mecanismo automático de mi vida.
La escena de la ruptura y la de los adioses responden a un teatro mediocre y son seguidas fatalmente por reconciliaciones, pues no nos corresponde decidir en lugar del destino. “No volverás a ver a ésta amiga o a éste amigo” parece decirme la vida. Pero, ¿por qué introducir un patetismo inútil a vuestra relación? Sé entonces, por un lado, ciego, sordo y obtuso. Ya tendrás tiempo, más tarde, de darte cuenta que has perdido a alguien. Y olvida incluso el día de vuestro último encuentro, tan completamente que no quede nada en tu mente de esa desaparición, que ninguna cicatriz marque el recuerdo de ese ser.

jueves, mayo 03, 2007

Entre canibales


Trouble every Day.
(Amor Canibal)
Dir. Claire Dennis.
2002

El tema de este film como su traducción lo indica es dedicado a la carne, a la fascinación que va más allá de la propia e incita a desear la de otro. La imposibilidad de ser otro se expresa en el acto sexual y llega al extremo con el canibalismo que se convierte en un hábito o en una enfermedad, la imposibilidad en este caso lleva el deseo al terreno de la carencia y la adicción. Si el amor es una droga en la que se quiere cada vez más del otro, el canibalismo es algo así como una droga fuerte altamente adictiva, según la directora francesa.

Un ritmo lento y pausado va construyendo dos historias aparentemente separadas: la de una pareja americana de recién casados en la que se destaca Shane personaje interpretado por el no muy celebre actor, Vincent Gallo y su joven esposa que no tiene idea de la abominable adicción que padece su esposo; la otra pareja es un matrimonio donde el esposo es un médico que tiene que lidiarla enfermedad de su dulce esposa que se comporta como fiera en su ausencia. A medida que avanzan las historias paralelamente se esclarece la relación entre los personajes.

La pareja Brown viaja a París de luna de miel, su llegada es marcada por paneos que destacan formas siniestras de la ciudad, gárgolas, campanarios, altillos de antiguas casas bajo el cielo gris, paisajes abismales dando la atmósfera necesaria para hacer creíble la enfermedad que late en cada cuadro y movimiento, en cada expresión y en cada palabra. Allí el Dr Shane Brown es constantemente atormentado por imágenes de sangre y deseo que intenta apaciguar con droga psiquiátrica para no atentar con su joven esposa a la que expresa su apetito a cada expresión de afecto.

Por su parte el otro esposo tiene que dejar a su conyuge encerrada para que no salga a comer carne humana, la mujer cada vez que es encontrada por su marido tiene expresión de inocencia, el rostro embadurnado de sangre y una víctima mutilada a su lado. El Dr esta desesperado e intenta mantenerla a salvo por medio de la droga y el encierro. Pero si ella no sale la carne viene a ella, como le sucede a un ladrón que entra a la casa y es seducido y luego devorado.

Parece ser que tanto Shane Brown como la pareja estuvieron involucrados en un proyecto científico donde además de producirse atracción entre Shane y la mujer, hubo experimentos humanos (no se llega a saber a ciencia cierta que tipo de experimentos pero si sus consecuencias). Dicha atracción mantiene el vínculo entre las dos historias, atracción puramente carnal pues la presencia del amor entre esposos es evidenciada rara vez por escenas de ternura y comprensión por parte y parte.