miércoles, septiembre 24, 2008

ILUMINANDO A LOS STONES



Tal vez no sea posible “quemar” a Mick Jagger, las drogas, el sexo, el rock y los años no lo han hecho, pero no se puede negar que en la más reciente película de Martin Scorsese se produce el efecto que el legendario cantante está ardiendo. El concepto propuesto en la película, más que el título de una canción, es efectivamente exponer a los Rolling Stones bajo toda la luz posible para resaltar desde su presencia en el escenario su contribución a la música y a la cultura. Claro está, no se trata de una retrospectiva histórica de la banda de rock más documentada de todos los tiempos sino de hacer visible en escena la esencia stoniana.

En principio, la idea de Jagger era registrar cinematográficamente un espectáculo multitudinario como los que realizan los Stones desde los años setenta. Se trataba de filmar el concierto en Rio del año 2005 frente a un millón de personas en las playas de Copacabana. Jagger debió pensar que Scorsese exploraría mejor que nadie el colorido y la emoción del público brasilero. Sin embargo, aunque quedó un registro de este concierto en el DVD The biggest Bang, no fue Scorsese el responsable de dirigirlo. En su trayectoria como cineasta Scorsese ha demostrado que no hace películas por encargo, menos sobre una de sus más marcadas obsesiones, la música de los Rolling Stones la cual ha hecho parte de la banda sonora de la mayoría de sus films (Mean Streets, Goodfellas, Casino y The departed).

Pero más allá de contar con el rock and roll en sus bandas sonoras, el director newyorkino tiene amplia trayectoria realizando películas sobre músicos y conciertos. Scorsese fue el editor del documental Woodstock antes de dirigir The last waltz, el concierto de despedida de The band, la legendaria agrupación canadiense respaldo de Bob Dylan en su salto del folk al rock; realizó también No Direction Home el documental que cuenta la historia de Dylan hasta el célebre concierto en Londres donde le inyecta electricidad y percusión a sus canciones defraudando a sus más puristas seguidores. Scorsese produjo la serie de PBS The Blues donde la mirada de varios directores explora las raíces de ésta doliente música.



En Shine A light, Scorsese no presenta a a los Rolling Stones haciendo un espéctaculo multitudinario como suelen ser los shows de la banda sino en un escenario pequeño, el teatro Beacon de Nueva York. No es la primera vez que se registra a los stones en la intimidad de un teatro, el disco acústico Stripped grabado en clubs de Londres, Paris y Amsterdam en el año 95 los ha mostrado en pequeños espacios, al igual que la presentación del año 2004 en el teatro Olympia de París (el disco 4 de los Four Flicks). La diferencia radica en que en en Shine A light un escenario pequeño no es sinónimo de espectaculo pequeño pues Scorsese se vale de más de 18 cámaras dirigidas al escenario y de un inmenso set de luces para mostrar a los musicos en los más diversos ángulos sin dejar escapar ningún movimiento ni expresión facial como lo hizo con Robert De Niro en Raging Bull. La expresión corporal y la luz constituyen aquí el tema principal en la composición de la imagen.

La historia se inscribe en el cuerpo, dice aquí Scorsese al enfocarse más en la acción del concierto que en documentar un relato que se actualiza en cada presentación al vivo. A diferencia de No direction Home que narra la vida de Dylan a partir de documentos visuales en Shine A Light se presenta la historia encarnada en el torso de Mick Jagger, el delineador de Keith Richards, las maneras estoicas de Charly Watts, en Ronnie Wood actuando just like rockstar, etc. Se exploran aquí más que evidencias documentadas, trazas dejadas por intensidades primarias que perduran en el cuerpo de los músicos.



La música y el cine, no inventan o reproducen formas, parece decir aquí también Scorsese al hacer énfasis en los elementos físicos que se hacen patentes con la aparición de los músicos como la presión, la inercia, el peso, la atracción, la gravedad, en lugar de hacer distinciones figurativas para lograr perfección formal como lo hace en The Last waltz. De lo que se trata en el cine y la música es de captar fuerzas, hacer sonoras y visibles fuerzas que no lo son. En Shine A light se hace visible el tiempo que ha transcurrido desde la segunda mitad de la década de los sesenta hasta la fecha actual. Scorsese plasma en la pantalla la duración de los Rolling Stones, su presencia como testimonio de un espacio recorrido. Por ello se vuelve a la típica pregunta que se ha hecho a Jagger por décadas ¿Cuánto tiempo van a continuar haciendo esto? ¿Se imagina ud haciendo esto a los sesenta años? ¿Es ésta la última gira de la banda? Las respuestas se resuelven aquí en el humor al ver, sentir y oír la insólita fuerza de los músicos en el escenario. El baile, las canciones, la interpretación de los instrumentos, la actitud escénica, son manifestaciones, de dicha fuerza que hoy en día es reconocida como “el modo de vida stone”; modo de vida que Scorsese subraya en su filmografía en general, encarnado en toda una galería de outsiders que se filtran en el campo de lo socialmente aceptable.

Quizás la larga duración de los Stones se debe a un modo de ser hedonista, y con esto no se quiere decir que los músicos se mantienen vigentes gracias al sexo, las drogas y el alcohol, más bien se debe a cierta actitud de no-racionalizar las fuerzas que motivan su música. En un apartado de la película, una de las pocas imágenes de archivo, le preguntan a Richards como ha podido sobrevivir tanto tiempo a los excesos y mantener su status de guitarrista y compositor de la banda. Richards responde precisamente que nunca se pregunta como ha podido hacerlo, cuando lo hace no se preocupa por el cómo o el porque, simplemente lo hace. No hay en él racionalidad sino conciencia del cuerpo, de lo que éste puede ser capaz. La razón para Richards parece ser el síntoma de una perdida de fuerza, aquello que aparece cuando hay una pérdida en su cualidad. La experiencia pura del cuerpo, la sensación que transmite en escena es por otra parte, supremacía de la vida sobre la racionalidad (tal vez Janis, Hendrix y Morrison fueron demasiado racionales).



Los Stones aparecen así bajo la óptica de Scorsese como cuerpos que se resisten a los influjos destructores del tiempo fluyendo con él por el canal de la música. Como un miembro más de la banda, por su parte, Scorsese esculpe en el tiempo una de las imágenes más certeras que se han proyectado de los Rolling Stones.