martes, mayo 08, 2007

Bajo el Volcán


Cap III pg 70

...Era sin duda la ausencia de la música lo que no obstante hacia parecer tan extraño que los árboles se mecieran conforme a su ritmo, ilusión que envolvía de horror no sólo al jardín , sino también a las llanuras en lontonanza y a toda la escena ante sus ojos: el horror de intolerable realidad.
Esto no debe ser muy distinto, se dijo, de lo que sufre algún loco en aquellos momentos en que, sentado benignamente en lo patios del manicomio, la locura cesa de súbito de ser un refugio y encarna en el cielo que se hace añicos y en todos sus alrededores, en precencia de lo cual, la razón, ya enmudecida, sólo puede bajar la cabeza. ¿Acaso encuentra solaz el loco en tales instantes, cuando sus pensamientos estallan como balas de cañon al través de su cerebro en la exquisita belleza del jardin del manicomio o en las colinas cercanas más allá de la terrible chimenea? Difícilmente pensó el cónsul.

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